Esta nota la puede encontrar en http://letras.s5.com/rh131010.html, donde planteo una invitación cordial a la lectura de (0) Orden, del poeta Rodolfo Hlousek
Por Marcos Leiva
"Conforme al desnucamiento del lenguaje, a su deshecha forma, a un país imaginario y a la suerte de metatexto que va y viene a medida que el libro va agotándose, Hlousek declara su posición frente a los amigos y curiosos de Orden, y nos hace corroborar que más allá de la hoja hay una realidad instalada. Realidad que es fálica, vertical, donde envejece todo y se vuelve inestable, y la dominación amansa y rompe las relaciones humanas. El territorio en estos poemas juega un papel fundamental. Una micro, una provincia, un país largo. Amigos conocidos y por conocer que se instauran en esta verdad/ficción, donde se cita y se evoca a gentes y compadres en un contexto bajo el ensueño del humor y la paradoja.
Me detengo en Casa Nacional, el texto capital de este tópico, que conmemora el temple de extrañeza del hablante lírico, señalando: “Vivo en una casa/ Donde nada me pertenece/ Por eso doy vueltas en ella sin tocar nada”. Es innegable la cuestión virtual en la que vive el hablante, sometido a la lejanía de los objetos y a su carácter ruinoso y decadente, aludiendo este poema en una intertextualidad implícita a Apocalipsis Doméstico, donde también “El cepillo se perdió con la peineta”, donde muchos objetos cansados de lo humano y de su uso, excluyen al visitante y huyen de todo rastro de servicio. No es sino este texto la continuación o el mejoramiento de la palabra de Millán, a decir de una pena contenida, consumada.
El cuerpo como signo y causalidad, en conformación a la ruptura, pretenden lidiar con lo establecido y cortarlo completamente. En no haber determinado ni pensado el destino ni la acción de su propio Yo, el propio sistema lo embute a una ética donde la anulación del individuo es patente. Es así como el hablante se va librando a medida del libro de las ataduras impuestas, con un genuino tratamiento de la estructura y la forma.
Es inocente pensar que la poesía es meramente un ejercicio de autosatisfacción y de alejamiento del plano cotidiano, puesto que al hacer uso del lenguaje, ya el contacto del ser humano es SOCIAL Y POLÍTICO. Un libro como éste, Orden, rompe el mantra poético convencional y gesticula un nuevo espacio, siendo además una declaración de guerra categórica al idioma y a sus Agentes.
Es un libro paradigmático, donde se ven trazados de una u otra forma las distintas huellas que entrecruzan la realidad. Con una ironía suspicaz, revela la relación “orweliana”, a decir del autor, de esta realidad donde “lo videan todo” y existe a través de este tipo de marcas, una constante llamada a esta supervigilancia panóptica, opresora, a decir de Foucault. La territoriedad al margen de todo, al margen de la ciudad y también de la ruralidad, de los oficios y de los marcos de disciplina, la soledad y la autobiografía se entremezcla y aparecen como fantasmas en este páramo de fotografías andantes.
Es entonces este libro, un retrato visual de todos los movimientos, de la nostalgia sureña y rabia contenida, sangre, donde no se niega ni se tacha el paisaje, sino más bien es intervenido en un alcance urbano y rebelde, subversivo. Orgánicamente situado y necesario, parido en el cerco de un sitio como es Chillán, como es Chile, como es en el gobierno de un empresario, antecede al efecto, a este efecto. A Cero Orden, a Hlousek, a esa voz corroída y encumbrada en este tiempo, sólo hay que escucharla, detenerse a oírla y graficar tras la no más inocente posición de lector, la intención de oír la voz de los sudados, de los fragmentados, de los heridos de este país.
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