Este
es no es el último poema romántico Ni Ella
el primer amor.
No
se prometieron estrellas ni hijos
Se
echaron manos por toda la ciudad en calidad de desconocidos.
Si te digo te quiero es por costumbre
Cuando
las manos se exploran de un pantalón a otro Suelen pensar en Arturito Rimbaud o
en una reiterativa oración escrita en mandalas, dibujando fractales, hilos
entre ambos, tropezándose en sus quejidos cortados. Todo es invisible hasta que
uno trata de mover los dedos y meterlos más adentro. Recuerdan una fragancia
frutal, una soga roja que parece ahorcar una infancia desvanecida en Nintendos
y aguaceros.
Vamos
a un estacionamiento de autos que hay cerquita
El
aliento paraguayo y petrolero, el beso lobo a una reina que saca de la blusa dos par de pechos, uno tiene una medialuna
similar a un PacMan devorándose el pezón izquierdo
Ambos
fuman unos Hilton mojados por la niebla Mientras la primera clavada fue como la de un
rayo desmenuzando el silencio La arrastra de una pared a otra Ambos mascullan
viejas canciones del Puerto.
Viejos
amantes transpiran por ellos Entre sus cuerpos que hablan los idiomas de los
tuertos.
me encanta!
ResponderEliminarInterferencia, contrafactual
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